Oruga
Todo un tractor. A su escala no parece haber nada capaz de detenerla: más larga que cualquiera de mis dedos y tan ancha como dos juntos. Se desplaza inconmovible con su cuerpo anillado “todo terreno” hacia la calzada de cuatro carriles en donde los autos y camiones pasan velozmente, como si tuvieran prisa de por de vida. Se persiguen entre sí, en realidad. Ella, ella cayó del árbol, o descendió por el tronco, propositiva, meditativamente. Es de color verde intenso, con manchas amarillas, anillos negros, ojos fosforescentes. Gran diseño. Por dentro se adivina pastosa. Llegaría a ser una especie de ángel pavorreal si no insistiera en avanzar hacia la calzada. Con un criterio ambientalista de no intervenir en lo observado, la dejo y sigo mi propio camino evitando cuidadosamente, por mi parte, toda ráfaga automotriz o camionil.
6.1.09
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