¿Somos lo que comemos?
Pedí unas enchiladas verdes en el Terranova, tipo suizas. Comenté sobre la textura de cocimiento del pollo, diferente a la que hacemos en casa, el sabor, la salsa; que si le habían puesto esto o lo otro, que si primero hicieron una cosa y luego otra. Me quedé elucubrando. Dacia redondeó rápidamente mis aproximaciones y sin ninguna posibilidad de duda me dijo que no: que todo era resultado de lo que les habían dado de comer a los pollos. En un mundo paralelo, en donde los humanos fuéramos alimento de crianza para otra especie, tendríamos nosotros, una vez guisados, un indefinible sabor misceláneo a despensa de supermercado, a farmacia y a laboratorio de conservadores, saborizantes, colorantes, desinfectantes, pesticidas y fertilizantes, entre otras cosas. Nos faltaría poco, tal vez, para ser píldoras, más que comida.
2.1.09
Día 179. (010109)
Presentimiento
Se quedó dormido con la tibieza de los abrazos y los buenos deseos, pero al día siguiente, cuando salió a la calle, se sentía extraviado. ¿Qué podía haber cambiado, en realidad? Todo, pero prácticamente nada. Sin embargo la ciudad parecía marchita y abandonada, como si le costara trabajo abrir los ojos, mover los dedos, reconocerse en el espejo. Se retiró asustado a su cuarto oscuro y encendió un cerillo, para empezar de nuevo y poco a poco.
Se quedó dormido con la tibieza de los abrazos y los buenos deseos, pero al día siguiente, cuando salió a la calle, se sentía extraviado. ¿Qué podía haber cambiado, en realidad? Todo, pero prácticamente nada. Sin embargo la ciudad parecía marchita y abandonada, como si le costara trabajo abrir los ojos, mover los dedos, reconocerse en el espejo. Se retiró asustado a su cuarto oscuro y encendió un cerillo, para empezar de nuevo y poco a poco.
Suscribirse a:
Entradas
(
Atom
)