Paracaidismo
Es cierto que en los resquicios de las bardas y en la parte de arriba, en las cabezas de los muros crecen plantas, y a veces hasta pequeños árboles, con tronco y todo: grandes hojas. Crecen sin que nadie las atienda, crecen solas; con más frecuencia en casas abandonadas del centro, o de lo barrios viejos, pero también crecen en casas habitadas de los mismos rumbos, y ahí están sin pedirle nada a nadie. Yo conocí a un nopal paracaidista que creció de entre los fierros de un carro oxidado y chueco, abandonado quién sabe desde cuándo en la banqueta, por Santa Lucía. Se levantaba de entre los fierros del motor vacío, tal vez por donde estuvo el alternador, o el depósito de líquido de frenos, espinoso, orgulloso y derechito, saludable. Necesitaba muy poco para ser todo lo que era y se pavoneaba como un ave inmóvil en celo de colores.
1.2.09
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