La música por dentro
Tocabas las yemas de sus dedos y resonaban, amortiguadas, como un pequeño tambor, o menos, tal vez: tp, tp, tp. Deslizabas tu mano sobre su piel, violonchelo, suave, oscuro; abrazar su cuerpo, besarlo, comenzaba a ser concierto, un cuarteto de cuerdas, un trío de jazz. Para cuando llegas al concierto de rock las palabras ya no alcanzan; nada más ponte los audífonos y súbele el volumen.
12.4.09
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