11.9.08

Día 67. (110908)

Pesadilla en la central de abastos

Llegaba a un puesto de flores, su mamá. Había gruesos rollos de diferentes tipos. Pidió unas blancas señalándolas, pero la señora le acercaba un ramo que no era el indicado. Pasó una vez, dos veces, diez veces, más veces, pero ni su mamá ni la señora del puesto podían dejar de hacer lo mismo, trabadas como un juguete de cuerda dando vueltas sobre sí mismo. Intervino metiéndose al puesto y tocando con el dedo las flores que había estado pidiendo su mamá: “éstas, éstas”, dijo enfadada, “estas son las que le está pidiendo”. “Ah, éstas...”, dijo la señora. “No: estas no se venden”. Le dio tanta rabia, que iba a abrir la boca para reclamar cuando despertó de pronto. Todavía alcanzó a oír a la señora del puesto decirle desde allá: “Marchante, mejor váyase a soñar a otro lado”.