1.5.07

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El dinosaurio agotado,

El dinosaurio agotado

Dinosaurio inexplicado / Montesdeoca2007

El dinosaurio
"Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí."
Augusto Monterroso

Una explicación

Se me ocurrió hacer estos ejercicios a partir de varias motivaciones. Primero estuvo el curso “El cuento Mexicano Contemporáneo” impartido por Lauro Zavala en la maestría de Literatura Mexicana del IIHUABJO. Para el caso de este proyecto, me centré en el punto dedicado a la minificción, tal como Zavala identifica a este género, señalando que es el “más didáctico, lúdico, irónico y fronterizo de la literatura [el cual] nace como una forma de relectura de los demás géneros. Su estructura siempre es híbrida, y tiende a la metaficción y a una intertextualidad galopante.”1 Por otro lado aclara que “La minificción no es un minicuento, sino un texto experimental de extensión mínima con elementos literarios de carácter moderno o posmoderno”, e incluso señala que “No toda minificción es literaria.”2
Para quien le interese profundizar en el tema voy a incluir en el blog una bibliografía de diversos estudios y antologías de minificción, realizados por el mismo Zavala, entre otros autores.

Otra motivación tiene que ver con el conocimiento previo de minificciones de diversos autores, así como con las que yo mismo he escrito anteriormente. Sin embargo, para este caso, me centré (no arbitrariamente) en "El dinosaurio", de Augusto Monterroso; una de las más breves y de las más --quizá hasta de modo inexplicable-- célebres minificciones. Precisamente Lauro Zavala ha dedicado una antología a diversas recreaciones, estudios, traducciones y demás, a que ha dado lugar "El dinosaurio". Se trata de El dinosaurio anotado,3 de donde a mí se me ocurrió pensar de manera paródica, en un dinosaurio agotado, ni más ni menos que de tanto haber sido citado, recreado y estudiado, a pesar (o tal vez precisamente por) su brevedad extrema. Se me ocurre pensar que este pequeño espécimen ya no es propiamente una minificción, sino todo un ecosistema. En todo caso es una anomalía.

Sin embargo no es el texto en sí, sino su inusitado culto, lo que verdaderamente hace el fenómeno de "El dinosaurio". Adjetivos imaginables para este culto: inverosímil, subnormal, obsesivo, absurdo, extraviado, manierista... A fin de cuentas creo que todo esto aterriza en que se trata de un fenómeno de recepción, es decir de lecturas, y de lecturas enfáticamente tratadas como re-escrituras, incluso. Veo una dimensión irracional en todo esto, aunque no uso la palabra “irracional” en un sentido peyorativo, sino más bien como la usarían los surrealistas, es decir, cargada de prestigio.

Lo que a mí me atre más de ese culto minimalista y exhaustivo, es el campo de juegos --es decir de invenciones-- que se ha abierto con la participación de otros escritores. Así que aquí voy, e insisto en que no es al altar, sino al campo de juegos a donde he venido.



1 Lauro Zavala: “El cuento mexicano contemporáneo”, curso en la Maestría en Literatura Mexicana, Universidad Autónoma Benito Juárez, mayo-julio de 2007, p.17-19.
2 Ibid.
3 Lauro Zavala, ed: El dinosaurio agotado. Edición crítica de "el dinosaurio" de Augusto Monterroso, México: Alfaguara, UAM Xochimilco, 2002.
El dinosaurio agotado
MINIFICCIONES

El dinosaurio agotado

Cuando el dinosaurio despertó, después de que Lauro Zavala hizo el recuento de sus numerosas reediciones, de su aparición en antologías y en traducciones; después de que se generaron, no lo sé, tal vez cientos de páginas de estudios que rebasan con creces sus siete palabras originales; después de haber dado pie a diversas formas de recreación, continuación, poetización y demás; de ser citado, glosado y parodiado, entonces sí, con esta conciencia de su nueva situación existencial, el dinosaurio se sintió agotado al fin, y ya no estuvo más allí, donde alguien despertaba.


Sentido de suficiencia

No fue desdén, simplemente ya había sido dicho demasiado.
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Sobredosis

Sucedió que se usó tantas veces la palabra o la idea o la imagen dinosaurio, que hubo una sobrepoblación repentina, especialmente cada que alguien lo soñaba, porque cuando despertaban, siempre, había ya un dinosaurio más.

El dinosaurio "es un perro infernal"

Inmediatamente después de que el dinosaurio estuvo allí, se salió a las calles: no se sorprendió, no pensó nada, hizo nada más lo que sabía hacer: arremetió a dentelladas contra todo lo que se movía. Harto de devorar seres humanos a pedazos y de estropearse la dentadura con la lámina de los camiones urbanos y los remolques de los trailers, decidió extinguirse (bueno, re-extinguirse), agotado ya de tanto exceso.

Clonación

Se repitió tantas veces en tan poco tiempo la palabra dinosaurio y en tantos lugares, que por fin se agotó, y no se conseguía por ninguna parte. Hubo que mandar imprimir nuevos diccionarios, e incluso listas:

dinosaurio dinosaurio dinosaurio dinosaurio dinosaurio dinosaurio dinosaurio
dinosaurio dinosaurio dinsoaurio dinosaurio dinosaurio dinosaurio dinosaurio
dinosaurio dinosaurio dinosaurio dinosaurio dinosaurio dinosaurio dinosaurio
dinosaurio dinosaurio dinosaurio dinosaurio dinosaurio dinosaurio dinosaurio
dinosaurio dinosaurio dinosaurio dinsoaurio dinosaurio dinosaurio dinosaurio
dinosaurio dinsoaurio dinosaurio dinosaurio dinosaurio dinosaurio

Aún así, siguió agotado (de hecho se agotó aún más). Una consecuencia más de todo esto fue que ya no sólo se agotó, en el sentido de la cantidad, sino también en el de cansancio, de desgaste, y empezó a ya no entusiasmar a nadie, a ya no decirle nada a nadie, hasta quedar doble, y definitivamente, agotado.

Nostalgia elemental

Agotado, el dinosaurio pidió a los viejos dioses del Olimpo: “Ni Scila ni Caribdis, por favor, sólo plácidos restos fósiles dispersos en el desierto de Nuevo México o en La Patagonia”.

Extinción

Cuando el dinosaurio despertó, descubrió que la imaginación se había desacreditado por su culpa. ______________________________________________

Efecto previsible

Cuando el dinosaurio despertó, el hombre, agotado de soñarlo, se había marchado a una era geológica distinta.
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Godzila

Aunque no es estrictamente un dinosaurio no puede dejar también de serlo, y al igual que el otro, está agotado de ser repetidamente llamado a comentario, cita, recreación, culto o vil choteo.
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Franquicia

Cuando el dinosaurio se agotó de tanto aparecer citado y reciclado, escrito en papel, dibujado, recreado en monitos (de plástico), y en monotes (de fibra de vidrio y de resina), además de tantas y tantas versiones que iban desde la pantalla de plata hasta la pantalla de plasma, cerró entonces la franquicia que permitía explotar su imagen y se fue, por fin, a dormir él mismo. Ya nadie más volvió a soñar con él.

Hollywood

Cuando el dinosaurio despertó, comprobó que el hombre todavía estaba allí, así que no insistió más y se retiró del estrellato.
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Jubilación

“Ya”, dijo el dinosaurio aburrido, y se regresó a los sueños.
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Maternal

Cuando la mamá despertó dijo ¡ya, por favor, dejen a ese dinosaurio en paz!
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Morfeósica

Cuando el dinosaurio se durmió, nadie volvió a ver lo soñado afuera de su sí mismo soñador.
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El dinosaurio agotador

Barney.
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Inexplicable persistencia

Agotado, sin embargo el dinosaurio todavía sigue allí.
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9.4.07

10 Minificciones. Bestiario.

10 minificciones
Bestiario

Effe Montesdeoca
Marzo 2019 oaxax

El pescado venial
Cuando pez, vive cómodamente cerca de la superficie de las aguas calmas. No se arriesga y evita con método los anzuelos, incluidos aquellos que tienen la combinación más suculenta de gusanos y otros bichos de textura suave y cremosa. Si dice mentiras, son inocentes mentiras piadosas, si roba algún mordisco del cebo sin dejarse atrapar, pide disculpas, asomando por un momento sus ojos redondos por encima del agua, aunque siempre a espaldas de los pescadores. Si tiene algún deseo inconfesable prefiere olvidarlo en sesiones de terapia que moderan sus antojos. Cuando es pescado, casi siempre gracias a las tramposas redes, los pescadores lo regresan al agua pues la falta de pecados capitales lo deja sin atractivo para los paladares humanos.

Animal mineral
Confundido con las montañas más altas del mundo, este animal, que fue arrastrado desde las profundidades del océano precámbrico cuando el subcontinente indio chocó con el continente asiático, vive silencioso e inmóvil, en estado pétreo, una vida de sal; pero respira (una vez por día), se desplaza (1 centímetro por año) y es autótrofo (por lo cual no sabe nada del placer de la comida). Sus ojos están en cualquier parte, o en ninguna. Dura siglos incrustado en las paredes de bauxita, de calcio y feldelpasto del Himalaya, hasta que la erosión lo arranca. Entonces desciende, con la ayuda del deshielo, hasta el mundo tumultuoso de las tierras bajas. Ahí, los coleccionistas lo atesoran por la variedad escultórica y multicolor de las espinas que cubren su exoesqueleto (de hecho, es puro exoesqueleto e intraesqueleto), pero lo atesoran, sobre todo, por su capacidad de cambiar de color según el estado de ánimo de quien lo mira.
Algunos psicólogos elaboran un minucioso catálogo con los significados de los innumerables colores que adopta mientras es observado pues, aseguran, su interpretación equivaldría a tomar una radiografía de la mente de quien lo observa.

El ratón milimétrico
No es el que se come el queso de las trampas en las caricaturas, ni el que se esconde en los resquicios de tus muebles, ni el que asusta a los elefantes corriendo entre sus patas, sino el que roe con sus dientes agudos las orillas de los instrumentos de medición y nos hace cometer errores que luego no dejan que la puertas cierren, o impide que los libros ajusten en los libreros, o que los labios no alcancen la boca que buscaban, o que la sonda espacial pase de largo sin alcanzar el planeta a donde fue enviada, pues estos ratones provocan con su hambre de milímetros, según una convicción científica, que una mínima diferencia inicial se convierta en una diferencia final ilimitada, cosa que dio lugar, entre otras cosas, al Big Bang, según se especula.

La rana ranativa
Se sienta a la orilla del estanque o sobre una piedra rodeada por los lirios que la fosforescen con una pálida radiación verde; luego, en lugar de croar, se pone a contar historias, tan viejas como la especie misma de las ranas, y aunque las demás ranas muy raramente se interesan, la luna, que se asoma a su laguna, la escucha con fascinación toda la noche.

El pezarena
Se traslada, como el metro, por un sistema de túneles bajo la arena de los desiertos. Es un pez seco. Avanza con el filo acerado de sus escamas frontales, que muerden y giran apartando la lija en polvo de la arena. Es incomible pues está hecho en su mayoría de escamas y espinas puntiagudas que atraviesan la armadura de su piel. Sus órganos son duros y su alimentación es mineral: sales de sodio y de potasio, silicatos, nitratos y las proteínas y lípidos olvidados en la arena por generaciones de animales que han dejado sudores y deshechos, restos de piel, sus carcasas desecadas. Bebe la energía del sol acumulada en los granos de arena y la imaginada humedad del aire. Nada rápido y ondulante y es largo como una víbora cornuda, que lo evita invariablemente pues la coraza de sus escamas le rompe los colmillos. También canta, según dicen, pero sólo lo escuchan quienes duermen.

El león no es como lo pintan
Flojo y a la vez feroz. Es mas un gato grande con pantuflas equipadas para trepar paredes, pero sólo antes de que su dieta cambiara a presas que duplicaban su propio peso, o que duplicaban su velocidad, o su astucia; es por esto que un león nunca es un león sino un león dividido entre 2, lo cual, aunque parece incomprensible, es muy claro en realidad: consiste en que adentro de un león siempre hay un segundo animal de la mitad del tamaño del primero, de tal manera que cuando el cuerpo del primero esta en la ruina, después de tantas batallas perdidas, el segundo sale por las costuras de la piel del primero, pero no es ya un león, sino algo parecido a un perro; entonces se va las ciudades y deambula entre los desechos para buscar comida, o espera a que lo adopte un humano-humanitario. Ladra, pero no muerde. Las leonas nunca saben nada de esto, ni lo extrañan. Nada más lo cambian por el próximo leon-perro.

El túél
Es tan así, ese animal, tan perro, tan lagarto, tan patógeno y ponzoña; tan allá de tan acá, que no lo has ni visto cuando ya lo traes encima, espinudo y rasposo, colándose por adentro de las ropas; pero cauteloso pues no hace ruido, sin que te des cuenta, sin que te dé comezón; luego, asalta las orillas de tu cuerpo para meterse en ti por las comisuras de ojos, boca, o entre las uñas, la cola, los poros, no uno por uno sino por un pedazo completo de tu piel, como si sudaras al revés, y entonces ve por tus ojos, respira en tus pulmones, te habla y los demás lo oyen, como si fueras tú, y gruñe, eructa, rezonga y se transparenta por todos tus lados. Cuando eso pasa por fin descubres lo que ya sabías, que él, eres tú.

El bug del tiempo
Como su nombre lo dice, es un gusano. No habita en los relojes, ni siquiera en el latido de los relojes, tristes instrumentos humanos que usamos para partir el pastel del tiempo. No, este bug es un poco como la neurona del tiempo pero sin neurona. Pura imaginación flotante. Aun así, carcome el tiempo y lo vuelve gotas de luz. Es un parásito en relación simbiótica con su huésped; por lo tanto no hay tiempo sin gusano ni gusano sin tiempo. Los científicos lo descubrieron por los agujeros que hace en el espacio plegado. A pesar de todo lo dicho, podemos verlo muy ocasionalmente como destellos de luz azulada, casi transparentes, corto y regordete, lleno de burbujas, mientras rueda de un lado al otro del universo atravesando, muy de vez en cuando, por el rabillo de nuestros ojos.

El piojo hablador
Era un piojo, tan humano, que hablaba; aunque no lo oyeran, porque su voz se perdía en decibeles tan pequeños como las décimas de un milímetro, y también porque se silenciaba entre los pliegues de la ropa de quien lo portara. ¿Qué tenía de especial en su anatomía este piojo no atendido por los oídos de la humanidad? Pues nada, que para hablar mandaba sus sonidos a su tubo digestivo para usarlo como resonador. No tenía boca, no, sino una serie de tubitos por donde lanzaba aire comprimido. Cuando sus eficientes patas resorteadas lo hacían saltar, gritaba, pero ni aun así era escuchado. Picaba, mordía y lijaba, eso sí, y chupaba las palabras de su huésped; de este modo pronunciaba sus discursos, dirigidos a seres más minúsculos que él, que tampoco lo entendían pero, cosa singular, nunca contaba mentiras.

Ajolote

Es simpático, se piensa, porque siempre sonríe (plácidamente). Está hecho de gelatina de mango, de fresa y de limón (en menor medida), pero es impermeable: el agua nunca lo disuelve. Su felicidad es auténtica. Tiene un corazón cálido que entibia las cosas que lo rodean y que se le transparenta por el pecho y los costados. Como las ranas y las salamandras es calvo. Basta acariciarlo con un dedo por su tenue aleta dorsal. Respira por la guirnalda de plumas rosáceas de piel que adornan los lados de su cabeza, por las que además, respira y piensa. Nunca se dice, paro algunos creen que es el primero y más auténtico de sus pokemones. Aunque parece un dulce no se recomienda chuparlo como tal.

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