4.2.09

Día 213. (040209)

Mundo sin doctores

Llegó a la clínica. Entró a consulta. No había un consultorio propiamente, sino una sala amplia con un escritorio y sillones para los pacientes. Mientras el doctor atendía todos podían ver la consulta. Atrás había instrumental médico y se adivinaban otras salas. Llegó su turno. El doctor lo escuchó con paciencia, le hizo algunas preguntas y tomó notas, que le pasó luego a una enfermera. Al poco rato la enfermera regresó con un pequeño recipiente, azul, con un líquido, y un sedimento al fondo como azúcar sin disolver. Se lo tomó. De alguna manera no muy clara el nombre de la clínica tenía que ver con la palabra placebo, y entonces él se preguntaba si en realidad entonces no curarían por sugestión y nada más. Como quiera que fuera comenzó a sentirse mejor, se le quitó el dolor, y se le aclaró la nube de malestar que lo envolvía. Hasta entonces el doctor le permitió marcharse. Todavía pensaba en la efectividad casi milagrosa del remedio cuando despertó, y efectivamente, se sentía mucho mejor. De hecho, se sentía perfectamente. En adelante sólo tendría que soñar con que regresaba a esa clínica para curarse de cualquier mal. Lo que más le sorprendió es cómo no se le había ocurrido antes.

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