Un rey magnánimo
Vende chicles y vende dulces, pero lleva una corona dorada de cartón sobre la cabeza, adornada con algunos abalorios. Muda de lugar y lo mismo está a la salida del banco que en una esquina sin gloria. Se aplica a esta actividad sin ningún otro propósito que el de mantener contacto con sus súbditos, a los que importuna rara vez con sus ocurrencias y amabilidades. No gobierna nada, sin embargo, y por eso mismo es sin ninguna duda el mejor de los gobernantes.
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