6.7.08

Día 48. (230808)

Teatro Juárez tercera llamada

Era uno, pero cuando un salto, ya eran dos y giraban, valseando, pero en un vals que era como un volando que quería ya subirse en el aire; se soltaron y fueron tres. Los haces de luz de los reflectores se multiplicaban también y hacían una cuadrícula de franjas tenuemente amarillas. Se persiguieron por el escenario, los tres, con negros y rojos vestuarios de amplios vuelos que giraban como si fueran tormentas de lumbre. Se alcanzaron, y cuatro: dos mujeres y dos hombres. Pronto el escenario se iba llenando, y la danza se iba acortando, convirtiendo sus movimientos en discretos tic tacs, en ademanes cortitos y amables, en toques discretos con las palmas de las manos, en esculturas que los dedos dibujaban en los cuerpos de los otros. Cuando ya ni un espectador, los bailarines se fundieron uno con otra, otro con otro, una con otro, una con una, otra con otra, uno con uno y a cada fusión un nuevo espectador regresaba a su asiento. Después de que nos aplaudimos nos fuimos a nuestras casas y mientras salíamos el bailarín original se iba apagando con las luces para irse a dormir.

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