6.7.08

Día 83. (270908)

Encuentro de trapecistas

Las ardillas se quedaron. Se las ve pasar atareadas por la parte alta de los muros, saltar hacia las ramas de los árboles, y también las he visto descender por la pared, cabeza abajo, para explorar los frutos del granadal. Cuando los gatos —que comparten con ellas las alturas—, las encuentran en su camino, se quedan un poco atónitos. Las ardillas emiten entonces una especie de ladrido, entre grito y tos, que los gatos parecen comprender con claridad pues se apartan, aunque no muy convencidos. Si fuera una fábula los ladridos serían una airada explicación acerca de que en realidad las ardillas son perros. A los gatos, naturalmente, no los engaña el olor; pero acostumbrados al alimento preparado y a las sobras, en realidad no tienen ganas de discutir con acróbatas histéricas, así que se van a otro lado a seguir la siesta.

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