6.7.08

Día 45. (200808!!!!!)

Un no-irónico lugar casi-feliz

Las bicicletas, pero no sólo eso, las motocicletas también (y los skatos), circulan por las banquetas, los autos se pasan sistemáticamente el alto en los semáforos y así pierden menos tiempo, los autobuses urbanos no hacen parada si no se les antoja y así los choferes se sienten dueños de sus rutas y trabajan más contentos; ahora que, si hacen parada, es en los lugares más antojadizos, o bien rebasan a exceso de velocidad bloqueando hasta el tercer (y último) carril con el beneficio de que sus pasajeros obtengan una más variada perspectiva del paisaje (urbano); los automóviles se estacionan en doble y hasta triple fila, con tal de que nadie tenga que caminar 30 pasos más de lo necesario; para honrar a la comodidad las envolturas de lo que se come en la calle se tiran donde sea (y a veces hasta en un bote de basura); la gente se mete en las colas, los estudiantes bajan las tareas de internet y las entregan como propias, los gobernantes dan concesiones a sus familiares para que se hagan más ricos con los recursos públicos, la gente llega, cuando menos, media hora tarde a todos lados, para no estresarse; los médicos hacen esperar a sus pacientes hasta una hora, antes de que se les ocurra siquiera apersonarse en sus consultorios, para no sentirse asalariados con horario; los empleados hacen como que trabajan, los empleadores hacen como que pagan bien. Si no hay comida, hay bebida. Si no hay dinero, se hacen fiestas. Los semáforos se descomponen para dar lugar a la espontaneidad, los taxis zigzaguean probando la eficiencia de las avenidas, los perros hacen caca en la banqueta del vecino para mantener la limpieza del espacio propio. Ahora que, para los descuidos, los errores o las faltas, siempre surge algún pretexto que lo arregla todo, y el mejor: que la culpa es de otro. Siempre hay quien hace lo que alguien no hizo, y si no, pues no se hace nada y nada pasa. Ah, y para cualquier imprevisto no hace falta llamar a nadie, con la propia imaginación basta, o ya en último caso, con una paciencia que convierte en picnic cualquier tropiezo. ¿Cuetes? Todos los días se truenan cuetes. Ah, montañas majestuosas resuenan como tambores por todos los puntos cardinales. El fantasma de Malcom Lowry bebe un vaso de mezcal sentado en la banqueta.

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